11 de septiembre, un relato en medio de una gran tragedia
Por FELIZ VINICIO LORA
SANTO DOMINGO.- Uno de los hechos más abominable cometido en la
historia fue el acto terrorista contra la Torres Gemelas el 11 de septiembre
del 2001, donde miles de personas, incluido, muchos dominicanos.
Hoy se cumple 19
años de ese hecho tan horrible y execrable para la humanidad. Muchos lo
recuerdan como ahora. Pero, ¿Qué estaba haciendo yo un día como hoy?
Execrable
Trabajaba como
periodista en la redacción central del periódico
Ultima Hora que lo dirigía el veterano y acucioso periodista don Ruddy González
y era Jefe de Redacción José Miguel Carrion (cariñosamente “carrito”).
Ese día, muy
temprano en la mañana, hubo una reunión, como siempre, en la oficina del
director entre la plana mayor del vespertino, para delinear la agenda del día.
Terminada la reunión,
sale José Miguel y me dice que el director quiere que vaya a la casa ex
presidente de la República Leonel Fernández para si iba asistir a la segunda citación
judicial por el caso Peme, que era a las ocho de ese dia 11 de septiembre, y
ver su reacción.
Me enclavo a las
7:15 de la mañana al pie de la torre Diandy, ubicado en la prolongación Av. México
casi esquina Tiradentes (O Alma Máster), en el sector de la Esperilla, donde en
un apartamento residía Fernández.
Le pregunto a
las escoltas militares detrás del portón que si Leonel había salido ya, que si iba para
la citación, e hice varias preguntas a ver si caían y a todas me respondieron
amablemente con un “no sabemos”.
Crucé a la acera
del frente a esperar a mi objetivo con el chofer del vehículo y el fotógrafo. Antes
me había percatado que no había otra salida por detrás. Espero.
Estaba muy
enfocado en mi objetivo, mientras tanto desconocía lo que estaba sobre el
atentado.
Cuando fue
impactada la segunda Torre del World Trade Center, a las 09:03, me llama el jefe de redacción me explica
brevemente lo que estaba ocurriendo y me dice que me traslade urgentemente a la
embajada de los Estados Unidos, que se encuentra, prácticamente cerca de donde
yo estaba, en la avenida César Nicolás Penson y Leopoldo Navarro.
En menos de
cinco minutos estábamos en la acera de la embajada el fotógrafo y yo, dispuesto
a buscar una reacción, ¿pero de qué? Si ellos no sabían lo que estaba pasando
aun en el territorio norteamericano.
Llegué al porton
de hierro de la embajada, toqué, voceé, pero, “aparentemente estaba diserta”,
cuando de repente, llegaron dos hombres fuertes de la seguridad de la embajada conminándonos a que nos fuéramos, el fotógrafo
y a mí.
Yo quise forcejear,
pero uno de los “morenos” me agarró por un brazo y casi me echa de la acera a
la calle Leopoldo Navarro.
Hoy queremos
honrar al pueblo norteamericano y a todas las familias de los caídos
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