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Reflexiones

Los que tienen que estar
ahora mismo frotándose las manos y riéndose con la ultima
muela, con todo lo
que está aconteciendo en Acroarte, son algunos “honorables miembros” que motivaron,
“enchincharon”, como candelita de
basurero, como serpiente venenosa, la división interna desde 2017.
Aplicaron la
estrategia maquiavélica de “divide et impera”: divide y vencerás.
Sucede que muchos
miembros que eran muy amigos, que se trataban como compañeros y hermanos, ahora
no se pueden ver ni en pintura.
Esta es la triste y
lamentable realidad, fruto de los que posibilitaron que Acroarte se partiera en
dos, para luego salir como mediadores de conflictos entre ambas partes, como el
“Chapulin Colorado”, no contaban su astucia.
Y no lo dijo por el
empate del sábado, no, lo dijo por otras
cosas que, ya en su momento, hablaré de eso.
Yo he vivido en
carne propia, como he dicho otras veces, todos los procesos electorales, y después
de cada contienda, la entidad vuelve a su vida normal.
Pero, después del
2017, no ha sido así. Hay odio, rencor, resentimiento
de ambos bandos, herida que no se cicatrizan con una simple crema, hay que inyectarle
un poderoso antibiótico.
Es urgente en
Acroarte a reconstruir relaciones, sanar heridas, a perdonar. Lo que se hace
adentro, se nota afuera.
Es mi humilde
sugerencia.
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