El cuarto poder y su incidencia en la autoestima del artista
Por Patz Guerrero
Hay una regla en
ajedrez, una que se asume y que me enseñó quien fuera mi maestro, Andrés Cruz
Villavizar, para explicarme el por qué no era beneficioso para él jugar
conmigo. Si ya eres un jugador con cierto nivel, nunca juegues con un
principiante, pues bajas inmediatamente de nivel, mientras que el novato sube.
Lo mismo se aplica en los negocios, y en este caso me pregunto y lo traigo a
colación por experiencias en el escenario artístico, y quienes lo llenan con
sus propuestas. ¿La novedad siempre será lo que acapare la atención? … la
primicia, el “color block” del escenario?
Qué tanto se puede
sacrificar para seguir siendo artista tras el primer éxito… después que ya no
eres novedad?
Conozco a más de un
buen artista, que ha querido abandonar su carrera tras una desafortunada
comparación crítica hecha por los especialistas en la materia.
He escuchado que
quien se dedica al arte debe estar preparado para obviar las opiniones... pero
creo que es imposible. Es meritorio ver cómo muchas veces sin recursos, muchos
entregan lo que tienen en “esa” oportunidad, qué tal vez no regrese, para
mostrar de que está hecho, ya sea en una obra teatral, una película o un
escenario. A veces, su trabajo impecable queda reducido a la edición del
material, la cual no le corresponde al artista, o la decisión política de sus
productores de lo que se quiere mostrar. Siendo el resultado ajeno a lo que se
dio por el artista.
Por eso exentos de
todo este trasfondo, el crítico ve el trabajo y expone su opinión, tal vez no
la mejor ante este artista, que se ve sorprendido y desencantado al mismo
tiempo, y es normal que considere existencialmente su propio hacer.
Yo personalmente
pienso, que el resguardo de un artista es hacer constantemente arte. Si se
detiene solo por un segundo puede falsear. Pues si un solo trabajo fuera su
única consideración, entonces sí estuviera muerto. Cada trabajo es como un hijo
nuevo, que nace igualmente nuevo en la consideración del que opina sobre el
artista ya sea nuevo o con trayectoria.
Sí es cierto que
debe doler el trabajo “perdido” (que nunca es perdido cuando es real), los años
de espera, el esfuerzo puesto en los demás y en la producción, y debe doler
sobre todo que no se haya visto tú trabajo realmente, y que éste no haya podido
ser considerado.
Tengo un ejemplo
reciente de una obra teatral, donde la crítica alababa a la actriz (toda una
novedad) dejando de lado al actor que le acompaña. Y yo me preguntaba, cómo era
posible no notar que la historia había sido escrita a raíz del papel de la
actriz, y que el papel del actor era crear la respuesta escénica que ella daba
a los espectadores. Es como un sacrificio escénico, importantísimo y muy
difícil, que solo un buen actor puede hacer. Pero pasa
desapercibido para muchos.
Es tan importante
esto, que incluso hay papeles que la idea y la dirección para el personaje,
están basados en su desdén y lentitud, para que contraste tal vez con otro
personaje eufórico y con mayor parlamento. ¡Es un reto! Pues es hasta fácil ser
el vívido, el violento, o el marcado, pues son las emociones más reconocidas y
percibidas... las grises, son las profundas.
Me inspiré en hacer
esta nota, como un desahogo para todos los tantos talentos, que viven esto día
a día. muchos a los que he escuchado sin hacerles entender mi punto de “no
parar nunca”, ya que nacen otra vez en cada proyecto, como si fueran nuevos... Gracias
a Dios!
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